Para María, cuando llegues

Esta es pa’ mi María, por si un día se le ocurre dejar de ser semilla y salir un rato a estirar las piernas. Y, si no se le ocurre, si hay huelga de cigüeñas, contrataré un levante pa’ que le lleve estas cuatro letras. Esta es pa’ mi María, que va a romper el agua, que va a ponerse un grito en mitad de la boca y, paso a pasito, pasito a paso, se va a ir bajando de unas caderas; que cabrá en una mano ─si me apuras, en media─, que vendrá oliendo a madre y oliendo a madre se irá a la tierra. Pa’ que corra y se caiga, y se llene de acera, pa’ que apriete los dientes y le crezcan flores bajo la lengua. Pa’ que tenga una fuente a la que retirarse cuando Abel y Caín elijan su cuerpo para pelearse, cuando al miedo le dé por sacar al perro de madrugada, cuando se llague por dentro, se me pondrá de pie con la carne en alto y llena de trigo ─duerme, mi niña, ya te has dormido─ y serás pan abierto, pan de combate, pan con lo puesto, cachorro mío. Esta es pa’ mi María, pa’ que se salga al patio y cuelgue las palabras como macetas por las paredes, pa’ que se encale entera y acostumbre a su frente a llenarse de callos, bajarse al centro y enfrutecerse. Pa’ que corra y se caiga, y de acera se llene, pa’ que apriete la boca y le crezcan flores entre los dientes. Pa' que venga y se vaya con su paz bajo el brazo, pa' que yendo y viniendo ─ay, titirimundi─ haga un tres por cuatro; pa' que se abra una plaza sobre los hombros y cada tarde se siente junto a otros hombres, y le vayan pegando a cada silencio una caladita ─duerme, mi niña, ya estás dormida. Dios te salve, María, de la batalla, de tanto pozo lleno de oscuro, mi tortolica.

(Nacho Artacho)

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