No me canso

a Roberto y a Carmen

Estoy desnudo al amanecer
en este último piso abuhardillado.
No sé si ponerme a 100
o darme una tregua en el lavabo.
No tengo dinero para el tren
que me lleva a tu barrio.
Necesito aire en el pulmón
del cielo de tus labios.
La ventana ha cedido al sol
que me aporta calor y algo de pena.
No queda nada de alcohol
quién fuese Cristo en la última cena.
No sé si mandarte una postal
tatuada de ilusiones.
O alucinarme un carnaval
lleno de pasodobles.
Mi corazón babea a popa,
no sé dónde está mi ropa,
la habré perdido junto al miedo.
No me canso de quitarme el sombrero
cuando llueve por mojarme las canciones.
Y no me daré cuenta en esta puta vida
que lo que yo quiero es rellenar tus rincones.
No me canso de mirarte la cara,
no me canso de vivir en escenarios
y no hay más adversarios
que nosotros de espalda,
que el amor son tres flores
que se riegan a diario.
Las pupilas ya sacian su sed
en el veneno de la enredadera.
Invento el color también
de las vocales con sabor a fresa.
Visita la tarde leve, azul,
ángel de luz de cárcel.
La mar arde y no estás tú
y se hace menos tarde.
La ventana prescindió del sol
que va de migración hasta mañana.
Ya llegó la ansiada luna
que nunca nos evita las miradas.
Hay un paraíso en cada piel
y un dios en cada hombre.
Yo sigo poniendo en el sofá
cojines de canciones.
Mi corazón babea a popa...

(letra: Carlos Chaouen; dibujo y foto: Carmen G)

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