La dama de la isla


Alma,
tiene la piel morena
la risa blanca.
Y una
fuga de gaviotas
en la mirada.
Sola,
sale a mirar los barcos
al rompeolas.
Siente,
una melancolía
de caracolas.
Por qué sigo aquí,
de qué sirve
esperar a un hombre
que siempre fue libre.
Dime tú si vale la pena
amar tanto el mar
y enterrarse en la arena.

(Javier Ruibal)

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